martes, 24 de noviembre de 2009

Cómo crear un terrorista

Ir de Ramallah a Jerusalén en autobús sólo cuesta unos veinte minutos, pero desde que Israel construye el muro de separación por lo general cuesta hasta una hora. Además del muro tienes que sortear el puesto de control de Kalandia. Todo el mundo tiene que apearse del autobús, pasar por el puesto de control y, en el supuesto de que todo salga como está planeado, volver al autobús al otro lado del muro y continuar el viaje a Jerusalén.

El último domingo de octubre de 2009 pasamos yo y un amigo que me acompañaba más de tres horas en el control a causa de un dramático incidente que cambiara la vida de una muchacha palestina para siempre.

Después de salir del autobús, llegamos a la entrada del puesto de control a través de un pasillo estrecho, con barrotes, que podría ser la mismísima entrada al infierno. Luego pasamos por el molinete junto a un guardia de seguridad israelí y varias cámaras de vídeo sofisticadas. Entramos en el corazón del puesto de control, su zona de seguridad donde todo el mundo se encuentra atrapado hasta que los soldados israelíes les permiten salir.

Para ello, hay que proceder a través de varios pasos. El primero está pasando por uno de los seis carriles, donde tienes que pasar por un torniquete antes de llegar a la zona del carril de "control". Tienes que pasar todas tus pertenencias a través de una máquina de rayos X, caminar a través de un detector de metales y presentar un documento de identidad a un soldado israelí adolescente sentado en la sala de control del carril, detrás de un vidrio blindado.

Por supuesto, sólo puedes pasar si tienes un pasaporte extranjero con un visado israelí válido, un pasaporte israelí, una tarjeta "Blue ID" (para los palestinos que viven dentro de las actuales fronteras de Israel, pero no en Jerusalén Este) o una tarjeta de identificación de Jerusalén (para los palestinos que viven en Jerusalén oriental). Esto significa que la gran mayoría de los palestinos que viven en la Cisjordania ocupada, que tienen una «Green ID", no se les permite cruzar el puesto de control e ir a Jerusalén.

Incluso si tienes todos los documentos necesarios y todo va bien, aún puedes ser rechazado por el soldado que está presente en la sala de control ese día por cualquier razón arbitraria. Debes entonces volver a hacer la llamada “caminata de la vergüenza” retornando por el molinete por el que acabas de llegar. El tiempo que tomará sólo depende del estado de ánimo del guardia de seguridad que tiene que liberar el torniquete que te permite realizar el recorrido a la inversa. He visto gente esperando más de diez minutos mientras el guardia de seguridad estaba tomando un aperitivo o jugando con su teléfono móvil.

Mi amigo y yo estábamos esperando pacientemente en el carril de acceso. Ese día, como ocurre normalmente, sólo dos de los seis carriles estaban abiertos con el retraso que esto conlleva. Habíamos estado esperando allí unos minutos, cuando una muchacha palestina (Al-Samud Karajeh, 21 años de edad, de la aldea Saffa y estudiante de la Al-Quds Open University) puso su bolso en la máquina de rayos X mostrando al soldado su tarjeta de identidad.

El soldado le dijo algo en hebreo a la muchacha a través del telefonillo. La muchacha, confundida, contestó algo en árabe, que el soldado no entendía. Después de lo que parecían cinco minutos de un diálogo imposible la muchacha entendió que lo que quería el soldado es que volviera a pasar su bolso por la máquina de rayos X. Así lo hizo dos veces más, mientras el soldado seguía hablando a través del telefonillo con una desagradable voz robótica . Después de eso, el soldado empezó a gritar a la muchacha, que seguía sin entender el hebreo. Así que no sabiendo lo que tenía que hacer la mujer cada vez estaba más nerviosa.

En este punto, un hombre palestino que acababa de llegar y que hablaba hebreo se ofreció a hacer de traductor. El soldado lo dejó pasar por el molinete, habló unos minutos con la muchacha diciéndole que tenía que poner la bolsa a través de la máquina de rayos X una vez más. Después de pasar nuevamente la bolsa a través de la máquina de rayos X, el soldado ordenó a la muchacha que vaciara el bolso enfrente de la ventana para que el pudiera comprobar lo que había dentro.

Así, la niña, fue sacando cada objeto que tenía en su bolsa, incluyendo libros escolares y varios aparatos electrónicos. El soldado todavía no estaba satisfecho y pidió a la chica que sacara el forro de su bolso. El hombre que estaba traduciendo lo hizo y encontró algo que parecía una navaja suiza atascada en la parte inferior del forro. Eso era todo, la razón de que todo esto hubiera ocurrido fue una simple navaja suiza similar a las que se puede comprar en cientos de tiendas de Jerusalén. La muchacha palestina se puso muy enojada.

Tres fuertes soldados israelíes con chalecos antibalas y fusiles de asalto entraron en la zona de seguridad y de manera intimidatoria rodearon a la muchacha. Ahora se veía muy asustada.

Los pocos extranjeros que esperaban en la línea junto con todos los palestinos no podían creer lo que estaban viendo. Un alemán me dijo que casi siempre lleva una navaja y que nunca había sido un problema en un puesto de control hasta el momento, mientras que los palestinos no se sorprendieron y dijeron que esto sucedía bastante a menudo.

De repente, y para nosotros, sin razón aparente, los soldados abordaron a la niña, la tiraron al suelo, la golpearon y le pusieron unas esposas en las muñecas, mientras ella gritaba "¡Allah Akbar!"-Una frase utilizada por los terroristas suicidas antes de volarse en pedazos. No teníamos idea de lo que sucedía, pero en respuesta a esta frase todo el mundo en el carril corrió presa del pánico pensando que podría haber una bomba Tampoco pudimos ir muy lejos, tal y como nos indicaba el sentido común, pues estábamos atrapados en la zona de seguridad dentro del puesto de control.

Más soldados llegaron y empezaron a empujar violentamente para desalojar el carril. Los soldados dijeron que estaba cerrado el puesto de control y que teníamos que volver a la parte palestina del muro de separación a través de los molinetes por los que vinimos. También le dijeron a la gente a no tomara fotos y confiscaron todas las cámaras digitales que pudieron ver. Yo afortunadamente logre salir del puesto de control sin que requisaran la mía.

Más tarde, nos enteramos que según el ejército israelí, la niña había apuñalado a uno de los soldados en el abdomen hiriéndole levemente. Al buscar en mi computadora portátil las fotos que tomé durante el incidente me di cuenta de que, en algunas de ellas, uno de los tres soldados que rodeaban la niña estaba tirado en el suelo y algo parecido a una navaja suiza se abría a los pies de la muchacha palestina ... Lo que parecia confirmar la versión oficial.

Este dramático incidente podría haberse evitado muy fácilmente porque la niña palestina, un estudiante universitaria y no una terrorista como fue llamada por algunos medios de comunicación israelíes, no tenía ningún plan de apuñalar a un soldado israelí cuando llegó al puesto de control. Pero todo lo que pasó durante esos treinta minutos en el área de seguridad, la confusión, la humillación, la ira y, finalmente, el temor, le hicieron que perdiera la cabeza e hiciera algo horrible de lo que ahora se arrepentirá y pagara el resto de su vida…





Fuente: palestinemonitor

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