Eugenio García Gascón
Muy bien podría llamarse la paradoja de Mahmud Abás. Y es que cada vez que el presidente palestino sigue las instrucciones de Israel, más se aleja de la paz. Ahora mismo Cisjordania es una auténtica balsa de aceite. No se mueve nada ni nadie sin su permiso. La oposición tiene miedo de abrir la boca. La resistencia armada ha desaparecido completamente bajo los auspicios de Israel y Estados Unidos, y Abás trata con mano muy dura a cualquiera que no acepte sus designios, que coinciden plenamente con los de Israel.
La respuesta de Israel a las buenas intenciones manifiestas de Abás son muy claras. Más construcción en los territorios ocupados. Ningún compromiso para evacuar a los colonos y a los militares de Cisjordania. Y la guinda es la votación que tuvo lugar en la Kneset el lunes por la noche y que prevé la celebración de un referéndum antes de evacuar territorios del Golán y de Jerusalén oriental. Es evidente que un referéndum de estos nunca pasaría. Es más, cuanto más tiempo transcurra, menos probabilidades tiene de pasar puesto que la población israelí judía está cayendo por un precipicio de radicalismo.
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