lunes, 15 de noviembre de 2010

El barbero blasfemo.



Enric González

Habrá que ver qué ocurre con Walid Husayin. El barbero de Kalkilya, una ciudad pobre y conservadora de Cisjordania, se ha convertido en un inesperado termómetro de la temperatura religiosa en los territorios ocupados. Y en un problema para la Autoridad Palestina y para Fatah, el partido que la domina.

Fatah presume de tolerancia y laicidad, en contraposición con sus rivales islamistas de Hamás, pero ahora tiene entre manos a un detenido por herejía y blasfemia. Según la justicia islámica, a Husayin puede caerle una sentencia benigna, la reclusión perpetua, o menos benigna, la muerte. Su madre prefiere que le mantengan para siempre en prisión, para evitarle un linchamiento popular.

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