sábado, 5 de junio de 2010

«Como Guantánamo»

Laura Arau, activista catalana de la 'Flota de la Libertad', relata a EL PERIÓDICO cómo vivió el asalto y la detención israelí


Viajábamos por aguas internacionales cuando, hacia las 22.00 horas de la noche del domingo, el barco Mavi Marmara se puso en alerta al divisar tres barcos israelís en el horizonte. Todos nos colocamos los salvavidas, pero pasaron las horas y la situación se calmó. Yo estaba muy cansada y dormía tumbada en un pasillo. Hacia las 4.00 de la madrugada del lunes comencé a oír correr a la gente. Muchos gritaban. Decían que nos rodeaban 14 barcos israelíes. Las lanchas del Ejército disparaban a matar.

Pero como nosotros éramos periodistas sacamos las cámaras y comenzamos a grabar. Subimos a la parte más alta del barco y los helicópteros sobrevolaban por encima de nosotros. Vivimos todo en primer plano, era como una película bélica. Durante mucho tiempo no fuimos conscientes de que estaban disparando con fuego real.

Dos soldados saltaron al barco y Manuel (Tapial), que estaba más cerca, dio la alarma. Bajamos al piso de abajo y allá estuvimos hasta que comenzaron a llegar heridos. Muchos tenían heridas en las piernas por la metralla de las granadas de fragmentación que habían lanzado los israelís. Grabábamos y ayudábamos a los heridos. No paraban de entrar heridos.

Los disparos llegaban cada vez más cerca, así que nos retiramos a la zona de prensa, que era una habitación con paredes de cristal. Desde allí vimos en directo, como en una pecera, cómo entraban los soldados israelís al barco, se llevaban a la gente, los hacían arrodillarse y a algunos los encapuchaban. Al final entraron también a la sala de prensa. Era muy extraño, porque los soldados tenían el miedo dibujado en el rostro y les temblaban las manos. Estaban nerviosos, como si tuviesen miedo de nosotros. Nos robaron todos nuestros equipos de trabajo y el material filmado. Ayer nos devolvieron las mochilas, pero completamente vacías.

Cuando nos secuestraron en el barco, pasamos varias horas en cubierta. A nosotros nos permitían estar desatados y sentados en bancos pero, en cambio, a turcos y árabes los maniataron y les obligaron a permanecer horas de rodillas. Era como Guantánamo. Fue una imagen que me dolió especialmente, porque esa gente no estaba haciendo nada malo. Nos trataron de terroristas y solo pretendíamos llevar ayuda humanitaria.

En un momento dado, llegó un soldado cubierto con pasamontañas, señaló a Manuel y se lo llevaron. No pude volver a verlo hasta ayer. A él lo encerraron junto al núcleo duro de los organizadores de la flotilla y solo le dieron de comer una vez. Me indigna que Israel diga que nosotros les atacamos. ¿Qué armas había en el barco? ¡Cuchillos de cocina! Antes de entrar al barco pasamos un detector de metales y firmamos un documento conforme el cual nos comprometíamos a actuar como activistas no violentos. Hubo un pequeño grupo que se resistió, pero no fueron ellos quienes tiraron a gente al mar. Los que cayeron no eran soldados israelís, lo que a nosotros nos consta es que eran civiles de la flotilla.

Hemos conseguido nuestro objetivo de dar a conocer al mundo lo que comporta el bloqueo israelí a Gaza, pero ha costado vidas humanas. Lo más triste es que en el ataque israelí a Gaza en el 2008 murieron 1.400 personas y no tuvo apenas repercusión internacional; aquí han muerto al menos nueve personas y la repercusión que ha tenido ha sido mayor. Se vuelve a poner de manifiesto que la vida de los palestinos vale mucho menos que las de cualquier otro.

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