Fuente: Publico
El presidente Mahmud Abás ha comentado un canal de la televisión egipcia que la segunda intifada, que comenzó en otoño de 2000, ha sido “uno de los peores errores” que han cometido los palestinos, y añadió que Yaser Arafat no quería una segunda intifada pero “no pudo pararla”. Sin embargo, hasta donde sabemos existen numerosos indicios y declaraciones de Arafat que indican que aprobaba la segunda intifada. A diferencia de Arafat, Abás sí que no la quería. Precisamente por eso las relaciones entre los dos eran en aquella época muy frías y distantes.
También a diferencia de Arafat, Abás cree que los palestinos pueden conseguir sus objetivos por medios pacíficos exclusivamente. Sin necesidad de remontarse a la historia más lejana, y acudiendo a la reciente, los hechos muestran que las dos “intifadas” han jugado un papel importante en el logro de algunos objetivos palestinos, o eso al menos sostienen muchos palestinos. La primera intifada de 1987 condujo a la Conferencia de Madrid de 1991 y a las negociaciones subsiguientes, pero cuando terminó la primera intifada los israelíes se sintieron fuertes para imponer unos acuerdos de Oslo draconianos a los palestinos. La segunda intifada hizo la vida insoportable para el ejército y los colonos judíos en la franja de Gaza, y condujo a la retirada israelí. Otro ejemplo, sostienen muchos palestinos, es el de la retirada israelí del sur de Líbano en 2000, que se llevó a cabo bajo la fuerte presión de las milicias de Hizbola y un goteo constante de soldados israelíes muertos.
La teoría de Abás de que la segunda intifada fue un error tendrá ocasión de verificarse en el futuro próximo: si Israel se retira de los territorios ocupados pronto significará que Abás tiene razón, pero si no lo hace significará que está equivocado. El presidente palestino ha dicho también a la televisión egipcia que si Israel quiere, es posible lograr un acuerdo de paz en una semana. Esto parece muy razonable, aunque por lo que vemos a diario se puede deducir que Israel prefiere mantener la ocupación a retirarse.
En relación con esto último, leo en Al-Sharq al-Awsat que el senador George Mitchell considera que es vital marcar un plazo a las negociaciones, es decir imponer una fecha límite a las partes, de cara al logro de un acuerdo. Eso está muy bien, pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Además, no sería ni la primera ni la segunda vez que los Estados Unidos ponen una fecha límite que luego no sirve para nada.